¡Hola de nuevo! Como ayer os dije, aquí tenéis la primera parte del capítulo 2. Este capítulo es más corto que el primero, motivo por el cual tan solo constará de dos partes. Avierto de que este capítulo es un poco extraño, y es el resultado de pequeñas y paranoicas ideas que me ronadaban por la cabeza. Espero que lo entendáis. Me da la sensación de que me repito un poco, por lo que no estoy muy satisfecha con el resultado. Por favor, espero que me comenteis que os ha parecido, y si es necesario, volveré a reescribir este capitulo si así logro un mejor resultado. Pero bueno, eso de leer ya es faena vuestra.
Os dejo con la lectura, deseo que os agrade y que la disfrutéis.
Por cierto, recuerdo que a la banda derecha de este blog podréis encontrar una encuesta sobre el capítulo 1. Si aún no habéis votado, os animo a que lo hagáis, sin miedo.
Nada más, tan solo daros las gracias por invertir unos pocos minutos en este microrelato y en comentar, si os animáis.
¡Infinitos besos!

Capítulo 2: Vagando en la Nada

Un sorprendente, repentino y fuerte viento levantó descaradamente el vestido de una chica. Ésta se sujetó con rapidez su vestido color lavanda acabado de estrenar, impulsada por la vergüenza, aunque era consciente de que no había nadie por alrededores que pudiera mirar.

La joven, con sus pies descalzos, decidió matar el tiempo chapoteando en los diversos charcos de agua que se habían formado en el suelo a causa de la lluvia ocurrida pocas horas antes. Las gotas de agua bailaban una alocada danza. Algunas, las más atrevidas, conseguían aterrizar en las piernas de la joven. Éstas iniciaban una carrera, deslizándose lentamente sin pensar en su destino: caer al suelo o simplemente esperar que el ambiente las hiciese desaparecer. Otras gotas, las más aburridas, preferían dejarse llevar por la dulce danza y terminar en el suelo, filtrándose en él.

La chica continuaba saltando una y otra vez de charco en charco, imaginando ser una rana saltarina. No le importaba en absoluto si alguien la veía, ya no. Más que nada, porque la probabilidad de que alguien la viese era nula.

Entre salto y salto, mientras hacía ver que estaba totalmente concentrada en su nuevo juego, una frase le vino en mente. Él se la había dicho y jamás la olvidaría. Era una de aquellas frases típicas profundas que crees que te llegan al corazón. Pero es mentira. Mentira absoluta. Una frase así no te llega realmente hasta que no vives una situación en la que decir esa frase encaje a la perfección. Y la situación que la joven estaba viviendo en aquel momento era una de ellas. Así que la pronunció en voz alta pero temblorosa.

“Es de héroes sonreír cuándo el corazón quiere llorar”

Ahora la comprendía. Más bien dicho la sentía. Era de aquellas frases que se usan a la ligera porque piensas que jamás te tocará vivir una verdadera situación que la requiera especialmente.

La chica continuó saltando. No sabía la hora que era. Tampoco que día de la semana. Pero eso ya no importaba en su vida. El tiempo, concepto innecesario para ella. ¿Qué más daba que hora fuese? Al fin y al cabo nadie estaría esperándola.

Y de repente, un pequeño despiste. Evasión de la realidad y un pequeño despiste. ¿Evasión de la realidad? ¿Qué era la realidad? ¿Estaba viviendo una realidad? La joven estaba sumergida en un mar de confusión y de dudas, motivo por el cual, tras un pequeño despiste pisó aquella piedra traicionera que provocó su resbalo.

Ella ni siquiera intentó amortiguar la caída. Cayó encima del charco de agua, pero la chica no sentía  nada. No sabía que sentir. ¿Tenía que tener la sensación de mojada? ¿De dolor? ¿De frío? En aquel momento no sabía especificar que sentía. Más bien dicho, desde que llegó a aquel lugar lo había perdido todo. Era una muñeca de trapo perdida en la inmensa nada.

¿Quién la mandaría a jugar con el tiempo aquel día? ¿Quién le diría que jugar con las dimensiones era divertido? Y mucho mejor si mezclamos las dos cosas. Un rico batido con sabor a nada.

Decidió levantarse del suelo y de repente algo le deformó la imagen y produjo que no la viese nítidamente. Había algo recorriendo sus mejillas que le producía cosquillas y dolor a la vez. ¿Era dolor lo que sentía? Ella no era capaz de saberlo, tan solo lo suponía.

Empezó a correr sin saber muy bien porque. Aquel era un lugar totalmente desconocido para ella del cual no sabía salir. No sabía cómo había llegado allí. A decir verdad, se hacía una idea de cómo había llegado allí. Todo por querer pasar un buen rato intentando algo que nunca había probado. Viajar en el tiempo a través de las dimensiones. Con él. Sería muy cruel echarle la culpa de todo esto al chico, ya que ella aceptó animadamente. Pero lo que ella más odiaba de todo eso era haberle perdido. Si habían viajado los dos a la vez, ¿por qué no habían llegado los dos juntos a aquel desconocido lugar? Eso era algo que no lograba entender.

La verdad era que no recordaba nada más que eso. Sólo recordaba haber viajado en el tiempo a través de las dimensiones y haberlo hecho junto a él. No lograba recordar exactamente quién era él. Tan solo tenía la sensación de que era alguien muy importante y especial para ella. Nada más. Y eso le producía una inmensa rabia.

Cesó su carrera para continuar avanzando caminando tranquilamente. Se percató de que el paisaje cada vez más se visualizaba más oscuro. Los incontables árboles que constituían aquel inhóspito e insólito lugar parecían crecer, parecía que extendían sus largas ramas con su intensa y verde piel, por tal de rodear a la chica y dejarla sin salida alguna. De vez en cuando un viento iba soplando, produciendo así, los susurros y las risas maléficas del conjunto del paisaje de la nada.

Ella, sin miedo, continuó su camino sin fin. Desvió la mirada hacia el cielo, el cual se había tornado de un tono lila oscuro, y por dónde volaban escasos cuervos, única compañía de la joven.

Eran tan duros el silencio y la soledad, que la chica no podía evitar ponerse a hablar sola o soltar un sonoro grito de vez en cuando por tal de evitar el estado de locura. Y así lo hizo en aquel preciso momento; inspiró aire y soltó uno de los gritos más fuertes que jamás había emitido. Estar allí era un verdadera calvario, si no conseguía salir de allí rápido caería en la más terrible de las locuras. Sabía que para poder conseguir eso podía utilizar su don para manipular el tiempo y poder viajar hacia el futuro o hacia el pasado. El problema es que para ello debía encontrar un lugar desde dónde poder saltar, y aquel paisaje era tan liso como una tabla de planchar.

¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? ¿Os ha decepcionado? Podéis expresar vuestra opinión en los comentarios. Muchas gracias por vuestra atención queridos lectores ^^