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viernes, 22 de abril de 2011

REFLEJOS

¡Hola de nuevo queridos lectores! Aquí tenéis el tercer capítulo de este nuevo microrelato. No os prometo mucho, ya que tengo dificultades para escribir en primera persona, algo a lo que no estoy muy acostumbrada XD
Pero había que cambiar, innovar... =P
Espero que al menos hagais el esfuerzo de leerlo =)
Deseo que sea de vuestra agrado y espero que comenteis =D
Un beso enorme!!
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Capítulo 3: Nuevos vecinos.
Era sábado. Me encontraba durmiendo plácidamente en mi cama cuándo el fuerte y molesto sonido del claxon de un coche me despertó. Entreabrí ligeramente los ojos, y tras soltar un casi inaudible suspiro, comprobé la hora que era en mi móvil. Aún era pronto; faltaban diez minutos para las nueve, así que decidí volverme a acomodar, cerrar los ojos, y continuar durmiendo unas horas más.
Mi descanso no continuó mucho más, ya que aproximadamente quince minutos más tarde, entró mi padre en la habitación interrumpiendo mi dulce sueño. Subió de golpe las persianas, y abrió la ventana por tal de ventilar la habitación. Yo, con los ojos aún hinchados, me quejé.
-    ¿Se puede saber qué pasa? Es sábado, son las nueve, llevo toda la semana madrugando, quiero dormir. ¿Por qué me despiertas a estas horas? – pregunté con una cara llena de amargura.
-    Han llegado nuevos vecinos a la casa de al lado, y tú y yo vamos a ayudarles con la mudanza. Venga, levántate y desayuna rápido – me ordenó mi padre sin dejarme oportunidad alguna de hablar.
No tenía ningunas ganas de ir a ayudar a gente desconocida. Gente que seguramente nos hablaría muy educada y simpáticamente, y que al entrar en su casa empezaría a criticarnos. Así eran todos los vecinos que habíamos tenido hasta ahora, y mis expectativas no habían cambiado en absoluto, no tenía esperanzas de que los nuevos vecinos fuesen diferentes a los anteriores.
Con la pereza presente en todo mi cuerpo, me vestí todo lo rápido que me permitían mis ánimos, y me dirigí hacia el baño para hacer mi aspecto algo más presentable. Una vez allí, delante del espejo, al observar mi reflejo, mi mente viajó instantáneamente a la tarde anterior, y recordó a aquella pobre familia de reflejos fugitivos. Intenté no pensar más en ello, no preocuparme demasiado, y minutos más tarde bajé a desayunar.
Mientras me pensaba que podía desayunar observando la nevera, mi padre entró en casa y me volvió a meter prisa. Finalmente comí un par de pequeños croissants acompañados de un fresco zumo de piña.
Salí rápidamente de casa, y me dirigí hacia la casa de al lado, dónde al lado de un gran camión vi a mi padre. Me acerqué a él y pregunté en qué podía ayudar.
-    Ves descargando las cajas del camión y ves dejándolas aquí – me indicó mi progenitor.
Subí velozmente al camión, agarré con fuerza una caja no muy grande, y la bajé al suelo, situándola cerca del buzón de mis nuevos vecinos. Tras depositarla en tierra, al levantar la cabeza, la vi. Era ella. El reflejo mediano que vi ayer. El reflejo de la chica rebelde, antipática y desagradecida. Allí estaba, de pie, a mi lado, dedicándome una radiante sonrisa que yo no supe cómo interpretar.
-    Hola. Buenos días. Soy Nicole Harlow. Encantada – se presentó mi nueva vecina dándome la mano.
-    ¡Hola! ¿Qué tal? Soy Bridget Harlow. Un gusto conocerte – me dijo la madre, dándome dos besos – Este es Ash, mi hijo menor.
Los tres miembros de la familia parecían muy agradables, y me saludaron con total normalidad, aunque en aquel momento yo permanecía estupefacto. No entendía nada. Estaba completamente seguro que aquellas tres personas eran los reflejos fugitivos con los que me encontré ayer. Eran físicamente idénticos. Lo único que no encajaba era la actitud que tenían conmigo y los nombres. Yo tenía muy buena memoria, y recordaba perfectamente que la mujer llamó a su hija Ilyra, y la joven chica llamó a su hermano menor Zack. Mi cabeza estaba en un estado increíble de confusión.
Atónito aún, me alejé de los vecinos y continué descargando las cajas que aún quedaban en el camión. Más tarde, mi padre y yo ayudamos a la familia a arreglar un poco la casa y a situar cada cosa en su sitio. Me percaté de que mi padre había entablado muy buena amistad con la vecina en muy poco tiempo. Daba la impresión de que se conocían desde hacía tiempo, y me alegré por él. Entonces, decidí entablar amistad yo también con Nicole, quién tenía la cara más dulce que jamás había visto.
-    ¿Y qué os ha traído hasta esta ciudad? – le pregunté amablemente.
-    Mi padre murió hace un año, y hasta ahora siempre hemos estado muy tristes y decaídos. Debíamos hacer algo, así que decidimos cambiar de aires, empezar una nueva vida, conocer gente nueva, superar la pérdida de mi padre… Ser felices nuevamente. Y escogimos esta ciudad casualmente, no hay un motivo sólido – me explicó la hermosa joven.
-    Vaya… Al parecer tenemos algo en común… Yo hace tres años perdí a mi madre, y también lo pasé terriblemente mal. Pero poco a poco lo superé – le expliqué.
Y así, mientras la mudanza iba avanzando con la ayuda y cooperación de todos, Nicole y yo hablamos y hablamos. No recuerdo haber hablado tan a gusto y tanto tiempo seguido con una persona a la que apenas conocía. Fue increíble. Aquella chica era como yo, nos entendíamos mutuamente. Era simpática, alegre, divertida, dulce. No era posible que aquella misma joven fuese el reflejo antipático que ayudé el día anterior.
-    Es curioso. Antes, al verte por primera vez, te he confundido con alguien a quién ayudé ayer. Bueno, os he confundido a ti, a tu madre y a tu hermano – confesé.
-    ¿Ah sí…? – se limitó a contestar Nicole sin intenciones de continuar con aquella conversación.
Por el tono de voz con el que me había contestado y por su rostro inseguro y preocupado, deduje que Nicole intentaba disimular que sabía algo sobre aquel tema, así que decidí continuar.
-    Sí. Eran tres reflejos fugitivos, buscados por la policía. Yo les ayudé, alejando la policía de ellos. Eran muy parecidos a vosotros. Es más, diría que eran idénticos a vosotros. Pero sus nombres eran diferentes – continué explicando.
-    Que cosas tan extrañas que ocurren ¿verdad? Últimamente hay muchos reflejos que escapan de su hogar. Nuestra familia tiene suerte de tener unos reflejos tan obedientes y buenos. También debe influir lo bien que los tratamos. En fin… ¿Oye y tú a que instituto decías que ibas? – dijo Nicole cambiando de tema rápidamente.
La chica acababa de nombrar a sus reflejos. Eso quería decir que ella y su familia eran humanos. Entonces, los reflejos de ayer, no podían ser los de su familia. Sin embargo, eran idénticos. Todo aquello era muy extraño.
Continuamos hablando un rato más, aunque yo desde la conversación de los reflejos, estuve en un estado ausente, y no podía prestar mucha atención a lo que me decía Nicole. Seguramente ella se dio cuenta de ello, pero por algún motivo que yo desconocía, la chica prefería dejar las cosas como estaban.
Sin apenas darnos cuenta, se hizo la hora de comer. Los nuevos vecinos rechazaron nuestra invitación para comer, y cada familia permaneció en sus respectivos hogares.
-    Parece que te ha caído muy bien Bridget – comenté tras otra cucharada de sopa de fideos.
-    Es una mujer muy agradable. En verdad ya nos conocíamos de antes. Íbamos juntos al instituto – explicó mi padre.
-    ¿Eráis muy amigos? – pregunté haciéndome el interesado.
-    Algo así. Salimos juntos durante tres años – me dijo con total normalidad.
-    ¡¿Bridget fue tu novia?! ¿Y qué pasó? ¿Por qué lo dejasteis? – pregunté ahora sí, con interés. 
-    Nada. Durante los años de universidad nos fuimos distanciando. Ella se enamoró de su difunto marido y yo de tu madre. Decidimos continuar como amigos, pero con el tiempo perdimos el contacto – me explicó mi progenitor.
Lo que me acababa de confesar mi padre era algo totalmente increíble. Ahora entendía por qué hablaban con tanta normalidad y confianza. Era para mí una gran casualidad que su primera novia fuese ahora nuestra vecina.
Al terminar de comer, mientras mi padre fregaba los platos yo fui a tirar la basura sin muchas ganas. Cuándo me disponía a volver a casa, observé como Nicole y su madre Bridget salían de golpe de su nuevo hogar. En ese momento no supe por qué pero tuve el impulso de esconderme tras un coche que había aparcado al lado y me quedé a espiar.
-    ¡Ilyra! ¡Quieta ahí ahora mismo! ¡No te precipites! Podemos superar esto juntos. Ahora que por fin hemos conseguido estabilidad y tranquilidad en nuestras vidas… - le dijo Bridget.
-    ¡¿Tranquilidad?!¿Cómo que tranquilidad? ¿De verdad crees que podemos permanecer tranquilos viviendo al lado de un agente de policía caza reflejos? – preguntó la joven gritando.
-    Ya te he dicho que no tenía ni idea de que nuestro vecino fuese un policía. Pero podemos controlarlo, de verdad, cariño. Todo va a salir bien. Debemos permanecer juntos, Zack, tú y yo. Confía en mí. Entra a casa por favor – intentó convencerla su madre.
-    Lo siento mamá, pero debes entender que no estamos seguros viviendo aquí. Espero que recapacites y que dentro de poco vengas conmigo – contestó Ilyra marchándose corriendo con los ojos llorosos.
De nuevo, mi rostro era patético. Otra vez estaba atónito. ¿Quién era aquella familia en realidad? Entonces ¿no me había equivocado al pensar que ellos eran los reflejos que ayudé el día anterior?
Para mí, en aquel momento, dejando de banda mis infinitas dudas, era mucho importante evitar a toda costa que mi padre sospechase lo más mínimamente que los nuevos vecinos fuesen reflejos fugitivos. Tarea difícil, teniendo en cuenta que seguramente dentro de poco le encargarían a mí padre detener a esa familia de reflejos, y para ello, le enseñarían una fotografía de cómo eran, echándolo todo a perder.
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¿Os ha gustado? ¿Os ha decepcionado? Podéis expresar vuestra opinión en los comentarios. Muchas gracias ^^

martes, 19 de abril de 2011

REFLEJOS

¡Hola de nuevo queridos lectores!
Primero de todo agraceder a aquellas personas que comentaron o leyeron el primer capítulo de este nuevo relato: Reflejos. ¡Muchas gracias!
Aquí tenéis el segundo capítulo. Espero que no os aburra y que lo disfrutéis. Comentad que os ha parecido por favor =) Así podré mejorar este relato. =D
Muchas gracias por vuestra atención ^^
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Capítulo 2: Fugitivos.
El día en el instituto pasó sin alteraciones, como siempre. Ninguna novedad. La discusión que aquella mañana había tenido con mi padre parecía ya muy lejana, pero no la podía olvidar. Mis ganas de volver a casa estaban bajo cero, así que le propuse a mi amigo John dar un paseo aquella aburrida tarde de viernes.
Los dos íbamos con la boca sellada escuchando cada uno música con nuestros respectivos iPod. Ni siquiera nos dirigíamos la mirada, pero estábamos bien así. John y yo éramos amigos desde preescolar. He tenido muchos amigos, pero ninguno como él. Él era la única persona con quien podía sentirme cómodo en silencio, en quién podía confiar plenamente. Él era el único amigo que tenía que sabía que pasase lo que pasase siempre estaría ahí. Y me lo había demostrado muchas veces, porque él fue el único que tuvo el valor de permanecer a mi lado durante mi época de depresión tras la pérdida de mi madre. A pesar de mi insoportable estado de pesimismo, a pesar de que odiaba a todo el mundo, de que no deseaba ver a nadie, él nunca me hizo caso y soportó mis empujones, mis insultos, mi actitud… y no me abandonó en ningún momento, logrando así, que día tras día, fuese superando la pérdida de mi madre y que volviese a vivir, a ser yo.
Durante el camino decidimos parar en una tienda de videojuegos, y nos quedamos embobados un buen rato observando aquellos juegos tan nuevos, tan tentadores y a la vez tan caros e inaccesibles.
Mientras John preguntaba algo desconocido para mí a uno de los trabajadores de la tienda, yo desvié la mirada hacia la transparente puerta de entrada del local. A lo lejos, en el parque situado justo en frente del lugar dónde me encontraba, vi a tres figuras correr desesperadamente, como si les fuese la vida. Las tres figuras totalmente desconocidas para mí terminaron desapareciendo en un callejón. Pocos segundos después, dos policías rastreaban concentrados la zona, buscando algo o alguien que yo desconocía, pero que de alguna manera había acaparado mi atención.
-   Ya está. Ya he decidido el videojuego que quiero por mi cumpleaños. Mira, ¿Qué te parece? – me dijo John entregándome el videojuego que sostenían sus manos.
-   Parece un buen juego. Oye, perdona, ahora vengo – le dije saliendo rápidamente de la tienda de videojuegos.
A medida que me acercaba al parque, recordé que de pequeño solía jugar allí con mis amigos al escondite. El callejón dónde se habían metido las tres figuras era uno de mis escondites favoritos. Pero un mal lugar para esconderse, pues si alguien se acerca, no puedes huir para hallar un nuevo escondite. Era un callejón sin salida.
Me acerqué disimuladamente a los agentes de policía, y con total normalidad les hablé.
-   Disculpen, ¿buscan algo? – les pregunté ocultando mi nerviosismo.
-   Sí. Estamos buscando tres reflejos que han escapado de su hogar. No son de este país, y llevan ya tres días desaparecidos. ¿Sabes algo? ¿Les has visto? – me preguntó uno de los agentes.
-   Eso mismo les quería comentar. Los he visto pasar por delante de la tienda de videojuegos, dirigiéndose hacia la famosa y única mansión abandonada del barrio. Normal, es un buen lugar para esconderse – les comenté intentado parecer seguro.
Antes de que pudiese añadir nada más, los agentes me agradecieron la información y se dirigieron velozmente hacia la errónea dirección que les había dado.
Cuándo ya no les visualicé, me acerqué cuidadosamente al callejón sin salida, temeroso de lo que pudiese suceder. Sin hacer el más mínimo ruido, alargué la cabeza, observando lo oculto del callejón. Y allí, en lo más fondo, las tres figuras que había visto permanecían apegadas contra la pared, asustadas. Eran reflejos fugitivos.
Uno de ellos era el reflejo de una mujer adulta, de unos treinta y ocho años de edad. Deduje que, seguramente, era la madre de los otros dos reflejos, quiénes eran más jóvenes. El reflejo  más pequeño era el de un niño de unos once años de edad, con un peculiar rostro travieso, ahora lleno de temor. Por último, el otro reflejo era el de una joven y hermosa chica, más o menos de mi edad,  el rostro de la cual más que miedo transmitía seguridad, rabia y rebeldía.
La duda invadía mi cuerpo. Quería acercarme, ayudarles, pero temía asustarles. ¿Qué debía hacer? Yo siempre tan defensor de los pobres reflejos, y ahora que estaba ante una situación real, era incapaz de actuar como siempre me había pensado que lo haría.
Antes de que pudiese pronunciar palabra, el reflejo de la chica joven se me adelantó, sorprendiéndome.
-   ¿Qué estás mirando? Esfúmate ¿quieres? – dijo la chica.
-   ¡Ilyra! No seas tan maleducada… Este chico ha despistado a los policías que pretendían arrestarnos - le dijo su madre.
-   No seas ingenua mamá. Seguro que es una trampa. Puede que esté ayudando a los policías y éstos estén escondidos, preparados para cogernos. O puede que simplemente él solo quiera aprovecharse de nosotros. No sería la primera vez que alguien hace algo así… - contestó la joven.
No podía creer lo que estaba escuchando. La chica creía realmente que yo tenía malas intenciones. Eso era algo que yo no podía tolerar.
-   Disculpa bonita de cara, pero que sepas que yo estoy aquí para ayudaros. Sabía que este era un callejón sin salida, y si no llego a despistar a los policías,  seguro que os habrían capturado. ¡Lo mínimo que podrías hacer es agradecérmelo! – logré decir.
-   ¡Ha! ¡Pero tú de que vas humano de mierda! ¿De súper héroe salva reflejos? ¡No me hagas reír! Anda aparta de aquí. Vamos mamá. Vamos Zack – contestó el reflejo.
Aquella chica era realmente terrible. Sabía perfectamente que aunque nos tirásemos horas y horas discutiendo no podría haberla convencido de que deseaba ayudarles. Tras pegarme un leve empujón, los tres reflejos fugitivos salieron del callejón y se perdieron en una de las muchas calles de Reality.
Aún permanecía anonadado por lo que acababa de ocurrir cuando regresé a la tienda de videojuegos dónde aún se encontraba mi amigo John. Decidí no comentarle nada de lo ocurrido. Preferí guardármelo para mí.
Salimos de la tienda y fuimos a comprar un par de bolsas de patatas para comérnoslas en una plaza cercana a mi casa. Estuvimos charlando un rato sobre cosas que en el fondo carecían de importancia. Él sabía que me ocurría algo que no quería decir, y yo sabía que él lo sabía. Pero aun así ni uno ni el otro abrió boca.
Al terminar las bolsas de patatas nos despedimos. Le desee suerte para partido de tenis que debía jugar ese fin de semana y tras un fuerte abrazo, cogimos direcciones diferentes.
Al llegar a casa, me percaté de que mi padre aún no había vuelto de trabajar, así que me hice rápidamente una pizza y me la llevé a mi habitación para cenar allí con tranquilidad mientras veía la televisión.
Tres cuartos de hora más tarde, escuché a mi padre llegar a casa. Decidí apagar la televisión, coger el iPod y hacerme el dormido. Lo último que deseaba en aquel momento era hablar con mi padre.
Estirado en mi cama, diferentes canciones de mi iPod iban sonando y sonando. Pero yo no les prestaba atención alguna. No sabía por qué, pero no podía dejar de pensar en aquella familia de reflejos. Estaba realmente preocupado. ¿Y si la policía los había capturado? ¿Y si aún vagaban por la calle en busca de un buen lugar dónde esconderse? ¿Y si no encontraban un espejo donde meterse y terminaban por desaparecer?
Así, inmerso en un mar infinito de preguntas y preocupaciones, mis ojos terminaron cerrándose, teniendo inconscientemente en mente el rostro del reflejo de la chica rebelde.
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¿QUE OS HA PARECIDO? ¿OS HA GUSTADO?¿OS HA DECEPCIONADO? PODÉIS EXPRESAR VUESTRA OPINIÓN EN LOS COMENTARIOS. MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA ATENCIÓN ^^