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martes, 15 de marzo de 2011

Amor eterno

¡Hola! Aquí téneis la segunda y última parte del capítulo 4. Aviso que es posible que hasta el viernes por la tarde no publique nada más, ya que por culpa de unas cositas llamadas ejercicios de genetica, fisica, castellano y prácticas de química, no voy a disponer de mucho tiempo libre.
Al menos espero que el capítulo sea de vuestro agrado y no os decepcione. Os pido que penséis y que averigueis por vosotros mismos en que momento se encuentran viviendo Adam y Alice... Seguro que lo descubrireis al final de capitulo, y empezareis a entender por dónde va la cosa.
Puede que hacia el final leais cosas que ya os sean muy familiares, pero es necesario hacerlo creedme...
Nada más, que comentéis por favor vuestra opinion =)
Un beso enooorme y gracias ^^

Capítulo 4: Nuevamente a tu lado.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por su chica y la madre de ella, quién ya llevaba en mano un remedio casero para el chico.
-          No, de verdad, te lo agradezco mucho, pero ya me encuentro bien, en serio – dijo Adam.
-          Adam, tómatelo. No está de más tomarte un remedio casero. No puede hacerte ningún mal. Anda, toma – dijo la madre poniéndole al vaso en los labios a Adam obligándole a beberse el remedio.
Después de ese momento de espanto, los tres bajaron a comer. Unos ricos lenguados, pescados por el padre de Alice, estaban esperándoles en la mesa.
Al terminar la deliciosa comida, la pareja subió a la habitación de ella mientras hacían la digestión.
-          Oye… ¿No te apetece una sesión de saltitos encima de la cama para bajar la comida? – propuso Alice.
Los dos subieron en la cama y empezaron a saltar, lo más alto que podían, cantando canciones, aplastando la almohada, los cojines y algunos peluches que habían encima. Alice cogió unos de sus peluches, el que representaba un pingüino.
-          ¿No te da pena aplastar a esta monada? Ya te vale… Debes pedirle perdón – inquirió Alice haciéndose la enfadada.
-          Está bien, lo siento… - se disculpó Adam.
-          ¡Tontorrón! – gritó Alice riendo y lanzándole el peluche fuertemente y con mala leche a la cara a Adam.
-          ¡Eeehh! Mi nariz… Me has dado con el ojo duro del peluche en toda la nariz… - se quejó el chico.
Adam cogió la rana de peluche y se la lanzó a Alice en toda la cara.
-          ¡Aaah! ¡Mi ojo! – se quejó la joven. - ¡Ahora verás!
Alice cogió la larga almohada y atizó en la cabeza a Adam con ella.
-          ¡No se vale! ¡Mira que llegas a ser bruta! Así que te gusta jugar sucio… Pues ahora verás… - dijo Adam con voz vengativa.
El chico cogió todos los peluches y cojines que le permitían sus manos y brazos y lanzó el gran ejército contra su chica. Alice rió y placó a Adam, quedando los dos estirados encima de la cama. Varios segundos después, la chica habló.
-          Venga, va. ¿Otra guerra? – preguntó Alice muy animada.
-          No otra no… No hay ganas, estoy algo cansado… - dijo Adam.
-          Jo… Que aburrido… Si te cansas pronto chico… - se quejó Alice.
-          Pero hay algo que sí que me apetece. ¡Una siesta! – propuso el joven.
Adam cerró sus ojos, dispuesto a dormir un ratito, ignorando las quejas de Alice, quién tras asumir su derrota, imitó a su chico y cerró también sus ojos.
Pasado un buen rato Alice abrió lentamente sus ojos, y lo primero que visualizó fue a Adam observándola. La joven dio un sonoro bostezo y habló.
-          ¿Llevas despierto mucho rato? – preguntó.
-          No, solo un ratito. Pero ahora que lo dices no tengo ni idea. Puedo llevar horas observándote dormir. No me habré dado cuenta. He perdido la noción del tiempo observando un cara tan dulce descansar – dijo Adam acariciándole la mejilla a Alice.
La joven sonrió tiernamente y besó con mucho cariño y amor los carnosos labios de su chico. Después, observó su reloj de mesita. Se giró unos pocos grados y volvió a girarse para observar de nuevo el reloj. Inmediatamente puso unos ojos como naranjas.
-          ¿Las siete? ¡¿Las siete?! ¡Hemos dormido cuatro horas! – gritó Alice sorprendida.
-          Sí, tranquila, ¿Qué pasa? – preguntó Adam sin entenderla.
-          ¡Pues que hemos dormido cuatro horas! Hemos perdido mucho tiempo… Mi intención era dormir una hora como máximo. ¡Con este tiempo ya habremos hecho nueve digestiones! – dijo Alice decepcionada.
-          Tranquila… Así estarás descansada para esta noche – dijo Adam.
-          ¿Está noche? – preguntó la chica sin entender.
-          Esta noche nos vamos a cenar a nuestra cueva secreta – informó el joven.
-          ¿A nuestra cueva? – preguntó Alice muy alegremente - ¡Hace siglos que no vamos allí…! ¡Qué bien! ¡Me encanta este plan! – dijo la chica felizmente.
Los dos jóvenes decidieron irse a dar una vuelta en bicicleta por el pueblo. De paso, pararon algunos momentos en las paraditas que habían montadas en mitad de la calle, dónde Alice se quedaba embobada observando las bonitas pulseras y los bonitos collares que vendían. Y una vez más, no pudo resistir la tentación y se compró un bonito collar en forma de media luna.
De esta manera, acabaron de pasar la tarde, y volvieron a casa de ella para preparar una cesta con toda la comida necesaria para la cena de esa noche en su cueva secreta.
Una vez refugiados en su rincón oculto, se zamparon la cena como si de lobos se tratasen. Y llegó la hora del postre.
-          Bueno, ya es hora de que me digas que hay de postre. Me tienes intrigado. – dijo Adam con una dulce sonrisa.
-          Está bien.  – Alice sacó de su grande bolso una pequeña neverita. De ella sacó el postre. – ¡Tachán! – dijo la chica mostrándole el delicioso postre a su chico.
-          ¡Mmm! ¡Helados! ¡Qué ricos! – exclamó Adam contento.
-          Sabía que te gustaría. Los he comprado esta mañana en la heladería artesanal. Son helados buenos de verdad, y los hacen auténticos italianos. El tuyo es stracciatella, tu favorito – explicó Alice entregándole el postre a Adam.
-          Muchas gracias amor – le agradeció Adam dándole un beso en la frente - ¿El tuyo de que es? Bueno, no sé para qué pregunto…
-          Frambuesa, ¡obviamente! – rió Alice.
Los dos jóvenes disfrutaban de su helado en medio de un silencio que parecía imposible de romper. Pero la joven habló y lo rompió.
-          Tengo la sensación de que esto ya lo hemos vivido antes… - dijo Alice inquieta.
-          Ahora que lo mencionas, yo me siento igual… Es decir, que no llego a saber qué es lo que ocurrirá a continuación pero una vez que ya lo hayamos vivido me daré cuenta de que me suena mucho… Es lo que me está ocurriendo ahora mismo – confesó Adam.
-          ¿Tú también? Vaya… Pensé que era la única que me sentía así… - dijo la chica.
Se hizo de nuevo el silencio. Y los dos terminaros sus respectivos helados.
-          Si… Si me besas ahora, el beso tendrá sabor a frambuesa – dijo Alice con una voz y una mirada irresistiblemente tierna y seductora.
Adam, quién no se esperaba aquello, tardó varios segundos en reaccionar.
-          Tus besos siempre saben a frambuesa – contestó al fin.
El joven se acercó muy lenta y delicadamente hacia la joven, y juntó sus labios con los de ella. Con los tiernos labios de Alice.
Cuándo finalmente sus labios se separaron, se quedaron acurrucados observando el estrellado cielo, en silencio.
-          ¿Sabes? Yo… yo no necesito nada más en esta vida. Con solo tenerte a ti me basta. Sé que con nada ni nadie podría ser feliz. Solo contigo puedo ser feliz, tú eres el único que puede hacerme sonreír con ganas, el único capaz de enseñarme lo bello que es vivir, el único que le da sentido a mi vida. – confesó Alice.
-          Sabes que no es cierto. Yo sé que tú me quieres mucho y todo eso, pero reconoce que si algún día yo faltase, lo pasarías mal, cierto, pero lo superarías, serías fuerte y capaz de volver a enamorarte de otra persona tanto como lo estás ahora. – dijo Adam.
Alice se levantó del pecho de Adam, dónde estaba apoyada observando la noche, y se le quedó mirando con una mirada muy triste, de dolor y decepción.
-          ¿Cómo puedes pensar eso? Te piensas que sabes mucho y en realidad no sabes nada. ¿Cómo puedes decir eso de mí? ¿Es que acaso no me conoces? Eres un idiota que no sabe comprender lo mucho que me importas, lo muchísimo que te quiero, que te necesito, lo esencial que eres para mí. Tú, Adam, tú, te has convertido en mi aire. Si tú no estás, yo muero. Y tú eres idiota y no lo captas. – dijo Alice muy afectada.
La chica se levantó del suelo y se dispuso a recoger toda la basura que habían dejado alrededor después de terminar la cena.
-          Alice, perdóname. Lo siento mucho. He menospreciado tus sentimientos hacia mí. Nunca volveré a dudar de lo que sientes por mí, lo prometo. – dijo Adam cogiendo por detrás a Alice y rodeándole con sus brazos su cintura. – Te amo. – dijo el joven besándole el cuello a su amor.
Alice no pudo más que rendirse ante él. Era demasiado grande la tentación de besarle, de abrazarle, de estar junto a él cada minuto de su vida…
-          Oye, he tenido una idea. Sígueme. – dijo Adam cogiéndole de la mano.
Antes de irse terminaron de recoger lo que habían ensuciado y Alice siguió a Adam. Llegaron al acantilado de siempre, y a Alice le encantó que la hubiese llevado allí. Adoraba los chapuzones nocturnos.
-          ¿No te apetece un viaje en el tiempo a través de las dimensiones? – propuso Adam.
-          ¿Cómo? ¿Algo así se puede hacer? – preguntó la chica extrañada.
-          Claro. ¿Nunca lo has intentado? – preguntó el joven haciéndose el sorprendido.
-          La verdad es que no… - confesó Alice.
-          Pues es fantástico. Solo se puede hacer juntado dos poderes como los nuestros. Es viajar a las dimensiones que existieron y desaparecieron o que aún están por existir. Gracias a tu don de la manipulación del tiempo. – improvisó Adam.
-          ¡Pinta divertido! ¿Y porque nunca me lo has propuesto? – dijo Alice muy animada.
-          Pues porque hasta hace nada yo tampoco sabía que se podía hacer algo así – se inventó el chico.
-          Bueno, a que esperamos. Vayamos allá. ¡Qué emoción! A saber a qué lugar extraño iremos a parar… - dijo Alice encantada con la idea.
Los dos jóvenes, cogidos de la mano se aproximaron al borde del acantilado. Antes de saltar, se dieron un dulce beso y se miraron con una sonrisa de oreja a oreja. Cada uno concentró su respectivo poder por tal de usarlo a la vez y saltaron.
Antes de que tocasen el agua, la pareja de enamorados ya había desaparecido de aquel lugar.
…..
Otra vez.
Comentad por favor. Muchas gracias por vuestra atención ^^

2 comentarios:

  1. ¡¡UuuoooH!! Jajaja paranoia total pero estas historias son las que me gusta leer jajaj me ha gustado, aunque quizás me ha sorprendido poco ya que me explicaste gran parte de esta historia, ¿¡Por qué demonios tengo que escuchar tus historias antes de leerlas!? Bueno jaja ya me se la respuesta... ¡No tengo paciencia! jajaj pues eso que está muy bien

    Muchos besos Musky (L)

    T'estimo (L)

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  2. Ruuuusky ^^
    Muchas gracias guapisimaa!! ^^
    Me alegro de que te haya gustado =P
    Pues si quieres no te dire más historias mías, tendras que leerlas =P Solo hay una excepcion, el final de Y entonces llegaste tú jijiji que puede que nunca se llegue a escrivir, auqnue su final sea muy impactante =O
    jajaja =P
    Pue nada, que aún estoy esperando la parte 6! No nos haga esperar mucho, no seas malotaa jajaj
    1 beso Ruskyyy y gracias de nuevo
    Nos vemos mañanaa ^^
    TATIMUUUUU (LL)

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